UNA NOCHE SIN INOCENTES

“La noche de los inocentes” (Cuba, 2007) es una comedia en clave de film noir con toques de humor a la cubana. Por ello no es en vano que la trama transcurra en los fríos pasillos de un edificio antiguo, en medio de una noche lluviosa y con un misterio policial que resolver.
“La noche…” comienza con el reclamo de una guapa enfermera (Silvia Águila) a su desaliñado novio (José Perrugorria el mismo de “Fresa y Chocolate”). Ella le exige que retome el control de su vida y vuelva a fungir como agente de la policía. La situación se le presenta propicia: un aparente transexual yace inconsciente y golpeado en la sala de emergencias. El reto que le plantea la muchacha consiste en lograr descubrir quién es el joven y quién el responsable de la paliza, con el fin de recuperar el aprecio de sus jefes y ser nuevamente admitido en la fuerza pública.
Es a partir de ahí que Perugorria empieza a desentrañar los misterios que acarrea la presencia del supuesto travesti. Es en medio de la sala de urgencias que la presencia paulatina de todos los personajes involucrados con el suceso, van haciendo su aparición, agregando más datos (y confusión) a la trama. Perrugorria se convierte así en el articulador del relato. Más que en un Bogart de películas de género como “El Halcón Maltés”, Perrugorria compone un personaje más parecido al desaliñado Colombo (referencias a los que constantemente alude el padre del muchacho y a la postre el responsable de la paliza) el recordado personaje televisivo de los setentas. El director Arturo Sotto (Camagüey, 1967) nos presenta los sucesivos plots en una puesta en escena de estilo teatral, en la que el drama (y la hilaridad) están dadas por la sucesiva aparición de los personajes, y el estrafalario investigador que desentraña la verdad, parodiando el estilo de las novelas de Agatha Christie.

El ritmo de la película es inconstante y sus logros desiguales. La primera media hora de es de un planteamiento soso y hasta aburrido. Recién a partir de la segunda parte de la primera hora que el relato gana en dinamismo y la trama se hace interesante. Cuando la película vuelve a decaer, la estupenda actuación de experimentados actores como Susana Pérez (estupenda en su papel como la madre del presunto transexual y esposa frustrada), y el mismo Perrugoría, sale en su auxilio. Lamentablemente el exceso de diálogos impide que sea precisamente la actuación la que nos dé indicios sobre los sentimientos, temores e intenciones. La retórica excesiva llena de vicios una trama que debería más bien transcurrir limpia y sin intromisiones.


“La noche…” no está exenta de una crítica a la crisis de los valores familiares, de la conducta amoral de los habitantes de la isla. Ni tampoco de sus carestías materiales: Cachita, la novia del supuesto travesti, está dispuesta a casarse con un extranjero con tal de poder emanciparse de su mediocre realidad, entretanto que la madre del joven debe conformarse con las páginas de la guía telefónica en lugar del habitual papel confort. Estamos ante una Cuba en la que cualquier cosa puede pasar… nevada incluida en pleno Caribe, como un manto tenue que lo cubrirá todo que ayude a negar la realidad. A seguir viendo.

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